jueves, 30 de diciembre de 2010

LA FEROCIDAD DE JORGE MOLINA

A continuación paso a publicar un pequeño texto que preparó el crítico e investigador cubano Luciano Castillo para que saliera publicado en el diario del festival el día 4 de diciembre, día que se proyectaba con carácter de premier, Molina´s Ferozz en el cine La Rampa. El diario del festival nunca lo publicó, ni tampoco lo hizo la página web del festival. El texto en cuestión está armado con partes de textos publicados antes por el própio Luciano y algunas declararaciones de princípios escritas por mí en algún lado. Al final era para promocionar un poco la película y a su director ante un público que supuestamente no le conocía. Nada, aquí va...

Publicar el sábado 4 (estreno de Molina’s Ferozz en La Rampa):

LA FEROCIDAD DE JORGE MOLINA

Para el santiaguero Jorge Molina (Palma Soriano, 1966), graduado en la especialidad de dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, esta frase definitoria de Samuel Fuller adquiere la connotación de una declaración de principios que suscribe a plenitud por la defensa del cine de géneros: «El cine es como un campo de batalla... es pasión, amor, odio, violencia, muerte, en una palabra: emoción». Molina, uno de esos cinéfilos de insaciable apetito siempre dispuesto a devorar con fruición toda manifestación del séptimo arte, desde Billy Wilder a Robert Rodríguez, escribió: «¿Qué sería el terror sin Nosferatu de Murnau? ¿Qué seria el film noir sin The Maltese Falcon de Huston? ¿Qué sería el suspense sin Vértigo de Alfred Hitchcock? ¿Qué sería el western sin The Stagecoach de John Ford? Sobran las palabras: los grandes autores hacían género.
Que un cineasta cubano sea más conocido y admirado en el extranjero que en su propio país es realmente tanto una paradoja como una evidencia de ignorancia e injusticia. Con el título de «Molina: El horror subversivo de Cuba», el octavo Festival de Horror en Cine y Vídeo Macabro, celebrado en la Cineteca Nacional de México, programó el pasado año una retrospectiva de homenaje a la obra singular de Jorge Molina Enríquez. Siete cortometrajes de quien es considerado ya por algunos estudiosos del género como un director de culto, conformaron una muestra que deslumbró a los numerosos asistentes. Como parte de la programación del pasado Festival de La Habana dos de esos títulos: El hombre que hablaba con Marte y Molina’s Fantasy, integraron la muestra «Cine Fantástico y de Horror en Latinoamérica».
La convocatoria de este año incluye a Jorge Molina en esa sección con su primer largometraje, rodado durante solo dos semanas en agosto del 2009, y concursa en la sección oficial destinada a las operas primas. Molina’s Ferozz, que como en casi toda su filmografía antecede el apellido al título, originalmente dispuso del presupuesto asignado en el concurso del Fondo Cinergia, radicado en Costa Rica, para un corto. Luego, con el ingenio y la imaginación que le caracterizan, este realizador extendió a una película de mayor duración. A propósito de esta personal versión de un cuento de niños que para niños no es, declaró:
«Molina’s Ferozz es una especie de fábula erótica oscura que explora el lado oculto del ser humano y la relatividad de la inocencia, una mezcla entre Lolita, la novela de Nabokov, y el cuento infantil La caperucita roja de Charles Perrault con atmósferas inquietantes inspiradas en las pinturas de Fidelio Ponce de León, Caravaggio y Stumead y en los filmes Malabimba de Andrea Bianchi y La bestia de Walerian Borowczyk que me interesaría compartir con todos los amantes del cine, y si algún incrédulo me preguntase sobre qué se sustenta, yo le respondería con la seguridad impasible de un Sam Spade: “De lo que se hacen los sueños”».
En esta una criollísima re(visión) de ese clásico literario, el personaje de la ingenua niña asediada por el lobo deviene una hermosa adolescente del campo cubano que comparte con su mamá el deseo por su vecino, un fornido leñador. El drama en cualquiera de sus vertientes y la comedia predominan en la producción del cine cubano a partir de 1959, pero Molina se empecina en que, como en el resto de las cinematografías del mundo, pueden coexistir otros géneros: «Como parte de las generaciones amantes del cine de género e influido por una serie de artesanos del séptimo arte devenidos autores, como los asiáticos Miike y Suzuki; los norteamericanos Scorsese y Coppola; los franceses Melville y Clouzot, el italiano Argento y el neozelandés Peter Jackson, que también hacen cine de género, con Molina’s Ferozz, intento rendir homenaje a todo ese cine que desde mi infancia, desde la pantalla improvisada en el viejo camión de un cine móvil, me llevó a robarle dinero a mis padres para comprarle una cámara Kodak de 8 mm a un coleccionista en el pueblo donde nací en el oriente de Cuba, para realizar mis primeros cortos».
Según la crítica especializada internacional, Molina es un cineasta irreverente, transgresor e inconforme, marginado por la industria por las constantes apreciables en su obra: sexo, muerte, deseo y monstruosidad. Por esta razón se ve forzado a trabajar de modo independiente con presupuestos ínfimos. Un crítico norteamericano al apreciar uno de sus cortos de ficción, en los que, además de su universalidad se advierte el influjo del cine de Hong Kong, escribió: «Wong Kar-wai filmando con el lente de Jess Franco. Shanghai Gesture y The Old Dark House rehechas por Lucio Fulci». El interés de Jorge Molina en abordar todos los elementos oscuros de la naturaleza humana, con su insistencia en retomar los tópicos del cine de horror, en medio de un ecléctico universo de referencias cinematográficas, lo convierten en uno de los realizadores más atípicos y a contracorriente en la historia del cine cubano.
Luciano Castillo

1 comentario:

Raulito dijo...

Molina es una de esas interesantes personas de las cuales me felicito por conocer. Un ser talentoso, creativo y muy trabajador; pero su principal virtud (a mi modo de ver) radica en el aferramiento y honradez (que roza el martirio) con que defiende su obra, la cual, en espera de ser comprendida, estoy seguro de que sobrevivirá a la censura y estúpidas incomprensiones a la que ha sido expuesta.
Por ello brindo desde ahora porque, un día este "Santo Diabólico" tendrá un lugar preferencial en el Parnaso del Cine Cubano.